Desde hace cincuenta años recorre la ciudad con su carro tirado por un caballo para entregar el producto de su tambo.
Su carro está pintado con los colores rojo y blanco del club de fútbol de sus amores (River), y con un caballo recorre la ciudad todos los días, desde hace cincuenta años, repartiendo el producto de su tambo.
Héctor Andrés “Gallo” Capuzzelo tiene 67 años, es el lechero más famoso del sur de la provincia y a pesar del paso de los años ha sobrevivido a la forma tradicional de entregar el alimento que producen sus vacas.
Se inició en la actividad a los 17 años y en ese entonces utilizaba el carro antiguo de su papá, don Salvador. Desde ese momento entregar la leche a diario, sin descanso, se convirtió en una pasión que le permitió cosechar gran cantidad de amigos.
En San José de Metán todos conocen al “Gallo” Capuzzelo.
Muchos recuerdan cuando eran niños y veían llegar hasta la puerta de su casa a un carro tirado por un caballo y al hombre simpático y amigable con el gorro blanco y un delantal del mismo color.
De la misma manera, siempre alegre, silbando o cantando, el lechero sigue hoy recorriendo las calles de la ciudad para entregar el producto a unas 70 familias de distintos barrios.
Su cara lo dice todo. Es feliz cuando va en su carro.
“Repartir la leche en los hogares metanenses es para mí una pasión. Es mi vida”, así resume el comerciante a la actividad que realiza de lunes a lunes. “En esto no hay descanso. Es como el diario, hay que salir todos los días, llueva o truene”, dice Capuzzelo.
“Gallo” tiene un hermano, Luis Dante, quien también es conocido en la ciudad y posee una carnicería.
El famoso lechero está casado con María Elena Giménez, docente jubilada, con quien tuvo cuatro hijos: dos varones y dos mujeres. La familia vive en la calle Arenales 424, en el macro centro de Metán.
“A María Elena le debo todo. Mi orgullo son mis hijos, Laureano es ingeniero agrónomo, a Paola le faltan dos materias para recibirse de ingeniera en alimentos y además es profesora, Lorena es ingeniera zootecnista, y Andrés es técnico agropecuario”, detalló.
La leche
“Cuando comencé en la actividad vendía 750 litros de leche diarios. La producción de mi padre no me alcanzaba y por eso compraba en otros tambos de la zona. Recuerdo que andaba en el carro antiguo de mi padre, que tenía ruedas altas. A los 20 años me compré el que tengo, que es de hierro y de tablas y del cual nunca me separé”, comentó.
Capuzzelo tiene su propia finca en el paraje Punta del Agua, a unos siete kilómetros al este de Metán, donde tiene su tambo.
El Tribuno compartió una jornada con el reconocido lechero, que todos los días se levanta a la 5.30, toma mates con su esposa y se dirige hacia la finca en su camioneta.
Antes ordeñaba con sus propias manos a sus vacas, pero ahora lo ayuda un tambero que extrae la leche de los animales con máquina.
Prepara el carro y un día ata a la yegua criolla “La Petisa” y al siguiente a “La Chupina”, una media sangre de carrera de trote.
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